Se trata de una acertada decisión ya que, la costumbre de repartir boletas de votación en mesas callejeras de difusión sumado al desconocimiento de muchos vecinos y vecinas respecto de en qué Comuna habitan o cuáles son sus límites, seguramente conduciría a que muchos votos comunales se efectúen con boletas que no correspondiesen a la respectiva jurisdicción.
De esta manera, se asegura que no se frustre la expresión electoral de muchos vecinos y vecinas que claramente hubiesen optado por determinada fuerza política, por más que hubiesen equivocado la boleta comunal respectiva.
Seguramente cuando la Ciudad tenga un gobierno que valore la participación ciudadana y la descentralización, el nivel de conocimiento sobre las Comunas aumentará entre los/las votantes y no será necesario recurrir a este tipo de soluciones de excepción.